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        A la pregunta de qué tipos de vinos hay podríamos deciros que dentro de un propio vino, existen muchos vinos, y eso es debido a que dependiendo de cada paladar, se podrá notar diferencias y aspectos muy notables en un mismo vino. 
No obstante, los principales tipos de vino son 
- Vino tranquilo: Tinto, blanco o rosado. Sin burbujas y con menos de 15º de alcohol.
- Vino espumoso: Cava, Champagne y similares.  Las burbujas son consecuencias de una segunda fermentación experimentada en la propia botella. 
- Vino gasificado: Incorpora gas de manera artificial, igual que un refresco. El más conocido es el Lambrusco. 
- Vino licoroso o generoso: vinos de más de 13º 0 14º de alcohol, a muchos se les añade más alcohol. Suelen ser dulces (moscatel, Pedro Ximénez, Oporto, etc.), pero también los hay secos (fino, manzanilla, amontillado, oloroso, etc.).
        
A la hora de servir un buen vino, debemos de tener en cuenta la temperatura del mismo. Ésta variará según el tipo de caldo que vayamos a consumir, y de sus correctos grados dependerá su óptima ingesta.
Son cuatro los principales factores que intervienen en la calidad del vino:
Los numerosos documentos conservados de la  antigüedad que hacen referencia al vino, desvelan que éste pronto se  avinagraba, y ello era debido a que aun carecían de los conceptos adecuados  para su correcto desarrollo y conservación.  
	 	  El vino que reposa en barricas de roble, obtendrá  taninos y aromas de la madera, dándole mayor complejidad. Además, la madera  presenta pequeños poros a través de los cuales pasa el oxígeno, lo que ayuda al  eficiente envejecimiento de los caldos. Hay que tener en cuenta que solamente  los vinos con una mayor estructura y concentración podrán aguantar periodos  largos de crianza. 
	 	  Por otro lado, el vino en la botella se redondea y  perfecciona. Por ello, tras unos 5 o 10 años en la botella, esto dependerá del  vino en concreto, éste llegará a su mayor grado de calidad, siendo entonces  cuando la calidad del vino comience a decaer lentamente. 
  Son muchas las culturas las que quieren atribuirse  el descubrimiento del vino, desde Georgia e Irán, donde aparecen evidencias  arqueológicas en las que todo parece indicar la elaboración más antigua del  vino (desde el 6.000 al 5.000 a.C.), o los resquicios de los primeros cultivos  de la uva, acaecidos en la edad del bronce en lugares cercanos a Oriente  Próximo, Sumeria y Antiguo Egipto, alrededor del tercer milenio a.C. 
      En cualquiera de los casos, lo que sí es casi seguro  es cómo comienza el vino. Y no hay que ser un lumbrera para suponer que su  descubrimiento, el descubrimiento del vino, se produjera de forma fortuita. La  uva es un fruto con una marcada tendencia natural a fermentar, por lo que no  iríamos desencaminados si afirmáramos que el vino nació por casualidad. 
      Seguramente que alguien dejó olvidadas unas uvas en  algún recipiente, éstas fermentaron y después, alguien probó el caldo  resultante. .. y ualá, descubrió el vino. No obstante, los menos soñadores,  rechazan esta hipótesis basándose en que la alfarería no aparece hasta el  Paleolítico superior, por lo que materialmente nadie podría dejarse olvidadas  las uvas en un recipiente cerrado, ya que entonces aun no existían los  recipientes. Estos eruditos se decantan por el hecho del descubrimiento del alcohol  en el vino a través de la ingesta de uvas atacadas por un hongo gris, conocido  como botrytis cinerea (podredumbre noble o Oidium tuckeri). 
      En cualquiera de los casos, lo que sí es una  realidad es la dureza de esta fruta. En cuanto a su expansión debió ayudar  mucho el hecho de que la vid es una planta que se caracteriza por su fácil  adaptación, por lo que no requiere especial cuidado ni ningún tipo de ambiente  climático específico. La planta de la vid no precisa de una determinada  cantidad de agua ni de minerales, lo que le permite crecer en tierras donde  otros frutales no podrían sobrevivir, además, debido a su gran capacidad  regenerativa permite una recolección intensiva. Todo ello ha propiciado su gran  expansión a lo largo y ancho del mundo.